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Ibai dice adiós a Zaragoza

El extremo del CAI Aragón se despedirá mañana de la capital aragonesa y de la Asobal. Su futuro residirá en el Forcusa de Huesca. 


R. LAHOZ. Zaragoza | Cuando a los estudiosos del balonmano les dé por auditar la última década de este deporte en Aragón, la trayectoria de Ibai Cano (Zaragoza, 1978) simplificará su trabajo. Su currículo sintetiza con fidelidad la evolución: desde los orígenes en los siempre fértiles terrenos de la cantera, a la necesidad de emigrar para alcanzar la elite, las dificultades que encontró en el regreso y, finalmente, el momento de esplendor actual. Mañana dirá adiós al CAI Aragón en el último encuentro de la actual temporada, ante el Valladolid.

Las brazos interminables de Pablo Hernández en Corazonistas, las pillerías de Amadeo Sorli en Maristas y los zurdazos de Ibai Cano en el Stadium Casablanca iluminaban el balonmano base aragonés de finales de los ochenta. "Comencé a jugar en el colegio Eliseo Godoy, pero en edad cadete me incorporé al Stadium Casablanca. Allí había jugado ya mi padre. Siendo todavía juvenil, me subieron al equipo sénior. Nos entrenaba Miguel Mendo. Jugaba con Amadeo, Chema Jiménez, Juan Carlos Gordo...", señaló.

Mediada la década de los noventa, el Stadium Casablanca representaba la vanguardia del balonmano sénior aragonés. Militaba en Primera Nacional, equivalente a tercera división. La categoría se le quedaba pequeña a Ibai, entonces internacional juvenil. El camino de la gloria exigía coger la maleta. "En el equipo nacional juvenil coincidí con Pablo Hernández (CAI Aragón), Gonzalo Navarro (ex CAI), Rubén Garabaya (Valladolid), Raúl Campos (Granollers), Belaústegui (Ciudad Real)... Me llegó una oferta de la Liga Asobal y la acepté. Firmé por el Ademar, donde desarrollé dos temporadas intensísimas, trabajando a tope con Manolo Cadenas. Allí trabé una gran amistad con Juanín García. Después firmé por el Altea. La excelente relación con David Davis es el mejor recuerdo que conservo", continuó Ibai Cano.

El regreso de Zaragoza a la elite con el Garbel propició su retorno en 1999. "Sufrimos mucho. Fueron dos años durísimos. Había poco dinero. Todo se hacía gracias al esfuerzo económico de la familia García. Descendimos y hubo que volver a empezar. Incluso se habló de la desaparición. Al final se hizo cargo del club Olvido Miguel a través de Rótulos Plasneón. Nos quedamos pocos jugadores: Amadeo, Gonzalo... y yo. Bolea pasó a ser el entrenador. Nadie sabe lo que hubo que luchar para salir adelante", explicó. El día que pudo ganar la EHFLa llegada de la CAI supuso una transformación radical en el club. Su enorme talento le hizo permanecer en un equipo que hace apenas un mes estuvo a punto de ganar la Copa EHF con tres jugadores aragoneses en pista: Pablo, Amadeo e Ibai. "Si nos dicen hace dos años que podíamos ganar la EHF, lo habría tomado a broma. La progresión del club ha sido espectacular. Nos ganamos a pulso el ascenso y luego nos metimos entre los mejores de la Asobal. Incluso pudimos ganar la EHF. Esto era impensable hace muy poco tiempo, pero el CAI Aragón lo ha hecho realidad. Soy optimista: se han fichado a dos grandes jugadores para la próxima temporada (Stankovic y Krivokapic) y hay una muy buena base", reiteró.

Su futuro residirá en el Alto Aragón, donde abanderará el ambicioso proyecto del Forcusa. "Queremos hacer un buen equipo en Huesca. Dejo atrás Zaragoza y muchas vivencias. No me arrepiento de casi nada. He sido y soy feliz jugando al balonmano. Solo puedo decir gracias", concluyó.

La misma gratitud que debe mostrar el buen aficionado, el que se ha deleitado con la zurda mágica de Ibai Cano. 

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